Probablemente alguna vez hayas notado que tu tabaco está seco o muy poco húmedo. Puede ser por la simple razón de haberse secado al estar en un lugar demasiado expuesto al sol o a temperaturas altas, por tenerlo abierto demasiado tiempo, o básicamente por las características del propio tabaco.
La humedad de un tabaco varía en función de la cantidad de melaza (o glicerina, dependiendo de lo natural que sea éste, en adelante "melaza") que lleva. Esta se aplica en la producción del tabaco y, por tanto, varía según la marca o sabor. Por ejemplo, el tabaco "Plátano leche" (Banana milk) de Al-Sultan lleva mucha más melaza que el tabaco "Menta" de Nakhla.
La cantidad de melaza influye en la calidad del tabaco, ya que, por regla general, cuanto más húmedo esté un tabaco más humo producirá y mejor sabor tendrá. Esto no es aplicable a todos los tabacos, ya que algunos, en función de sus características de producción podrá ser mejor que otro y producir más humo y tener mejor sabor (por ejemplo, el "Melocotón" de Nakhla, pese a tener poca melaza, es mucho más sabroso y mejor que el "Melocotón" de Al-Sultan).
Es recomendable mantener de la mejor manera posible esta humedad, pues en ella reside la calidad, suavidad y potencia del sabor del tabaco. No debemos confundir el término "mantener" con "tener": por que un tabaco tenga mucha más melaza que otro no debemos dejarlo descuidado, ya que esa melaza se estropearía y perdería calidad. Tampoco debemos maltratar un tabaco que, de por si, lleve poca melaza, ya que la poca que lleve la perdería.
Algunos consejos para conservar de mejor manera la humedad de los tabacos es almacenándolos en botes herméticos, intentando no desgarrar la bolsa de plástico en la que viene, teniendo cuidado de no romper el cartón que lo contiene y no exponiendo los tabacos a altas temperaturas. En verano, debido al aumento de temperatura, se recomienda guardar los tabacos en el frigorífico.